jueves, 21 de octubre de 2010

Cosas difíciles de realizar con un pie enyesado

Imaginemos de repente tienes un pie enyesado que no puedes apoyar en el suelo. Pues he aquí algunas cosas que se vuelven realmente difíciles:

Hacerte la comida: Toda una odisea. Las muletas estorban y se caen. Ir y venir del frigorífico, incluso abrirlo desesperaría a cualquiera. Es probable que acabes quemado, mosqueado y con toda la cocina hecha una porquería. Pide a domicilio. De nada.

Ducharte en una placa de ducha: Supongo que aparte de la molestia de ducharte con el pie metido en una bolsa e intentando que no se moje porque evidentemente no es estanca, hay que añadirle el hecho de que estas a la pata coja y por muy en forma que estés en menos de dos minutos ya tienes la pierna de apoyo extenuada. Una posible solución es buscarte un taburete para sentarte. Sin embargo, aunque toda tu vida hayas visto un taburete en tu casa, ahora que lo necesitas, ya no esta.

Ponerte pantalones largos: E incluso los cortos. No sé vosotros, pero uno con la edad ha ido perdiendo parte de su elasticidad, sino toda. No poder doblar el tobillo y tener que hacerlo sentado, no ayuda en absoluto.

Sentarte en el escritorio: El mío esta contra la pared. La pierna debe estar en alto, no cabe. Tienes que sentarte de lado para trabajar en él. Como resultado a los 4 o 5 minutos tendrás un buen dolor de espalda.

Lavarte los dientes: Es cuestión de coger la postura en equilibrio con las muletas. Apoyarte en el lavabo puede que acabe con éste en el suelo y el cuarto de baño inundado.

Y para acabar, lo evidente: limpiarse el culo a la pata coja es una jodida odisea. No me quiero ni imaginar como lo hacen los minusválidos. ¿Y los ciegos?

Moraleja: no te jodas el tobillo si vives solo y no tienes quien te eche una mano (para la comida, no para el culo).

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